M+10: Esgrima
Status:
Encontrar una escuela: check.
Hacer una cita: check.
Correr para llegar a tiempo: Check (me sirvió de calentamiento).
Curiosidad: Al terminar un combate se da la mano izquierda al contrincante.
Nota mental: me gustan las espadas.
Creo que desde que tengo uso de razón me he sentido atraída por los deportes de espada. Creo que puede ser a causa de leer demasiados libros de aventuras y del código de honor que tengo inevitablemente asociado a los duelos o combates con este tipo de arma.
En todo caso la esgrima era uno de los grandes «algún día» o «cuando tenga tiempo», que tenía apuntados en mi lista… considerando que desde mi temprana adolescencia me hubiese gustado practicarla. Supongo que si lo hubiese manifestado en casa, mis padres me hubiesen apuntado igual que hicieron con natación y tenis, pero lo pospuse por algún motivo que ahora soy incapaz de recordar.
En todo caso con M52, estoy aprendiendo que nunca es tarde. Que todo es cuestión de voluntad.
Pero bueno, vayamos al grano… directos al viernes donde a las 18:30 tuve primera clase de esgrima.
Para mi sorpresa encontrar un club donde acudir fue FACILÍSIMO (¿cómo hacíamos antes de tener google?.. he pensado mucho en esto y creo que tengo un plan, ya les contaré) y además descubrir que fue aún más fácil contactarlos y contarles mi proyecto fue increíble.
Así pues una vez los googleé les escribí para comentarles qué quería hacer y cuáles eran mis motivos. Javier, que fue la primera persona que me atendió fue súper amable, y arregló todo para que el viernes pudiese acudir a una clase. Teniendo la lección aprendida de la protectora de animales (sobre la preparación), pregunté si era necesario llevar algo, sólo un chandal o unas mallas y zapatillas. El resto del material sería de la escuela.
Así pues el viernes procuré salir puntual del trabajo (aunque salí más bien 10 minutos tarde) y fui directo a la Calle Justicia al Círculo Recreativo Militar (un lugar muy propio para ir una clase de esgrima). Una vez allí Javier nos recibió a mi y a papá, que me acompañó por pura curiosidad, y nos condujo hasta la sala ubicada en los sótanos del edificio. Allí me presentó a Pilar, que sería mi profe en este cursillo acelerado de un día.
Pilar que estaba ya al corriente del objetivo de M52, preparó una clase completa y rápida con todos los básicos del deporte. Siendo lo primero que me enseñó cómo sostener adecuadamente un florete. Tienen una empuñadura muy particular, y mi meñique se empeñaba en quedarse donde no corresponde, pero finalmente conseguí habituarme.
Luego me enseñó cómo avanzar y retroceder en pista, que se denominan como marchar y romper respectivamente. Ambos exigen una postura de cuerpo particular: talones alineados a 90 grados, rodillas flexionadas y en mi caso pie derecho adelantado porque soy diestra y sostengo el florete con esta mano. Luego Pilar dijo algo que me dejó bastante clara la naturaleza de la esgrima: Es como un baile. Un baile donde el juego está en mantener la distancia y esperar que alguien baje la guardia.
Después de enseñarme los básicos del desplazamiento me explicó cómo hacer Línea y Fondo. Siendo Línea el estiramiento del brazo armado en dirección del hombro del contrincante, donde la muñeca queda ligeramente por encima del hombro propio, y Fondo un ataque donde se suma Línea con el desplazamiento frontal, donde el pie que va con el lado armado avanza y el otro queda retrasado y estirado. Me dio la sensación de ser una catapulta, como si la postura en si diese velocidad al ataque.
Después de practicar esto durante un rato, Pilar se vistió con un peto (una especie de coraza de plástico), la chaqueta blanca, una especie de chaqueta negra reforzada y la máscara para pasar de picar un tablero acolchado a picarla a ella. Confieso que incluso llegué a disculparme tras picarla en una ocasión, porque me dio cierto reparo… olvidé por un segundo lo protegida que iba. Aprovechó este momento para enseñarme las defensas básicas cuarta y sexta, para esquivar los ataques.
Sin embargo la sensación que más disfruté de esa hora de esgrima, fue la imperiosa necesidad de concentración que exige la práctica. Mientras estás allí con el florete en la mano y atendiendo las indicaciones de la instructora, tienes que estar presente allí y ahora. No puedes estar pensando en el trabajo, el supermercado, las facturas pendientes, las llamadas que tienes que hacer o la agenda que tienes que organizar para la próxima semana. Estás allí. Estás atendiendo al lenguaje corporal del contrincante, a las sensaciones del espacio y los movimientos. Fue una hora donde no pensé en nada más que no fuera aprender la técnica, copiar lo más posible la postura que Pilar me explicaba y que ella misma hacía. Qué descanso tan increíble para mi cabeza!
Aprendí que además de ser un deporte que exige esta concentración de la que hablaba, también requiere balance, energía, buenos reflejos… de todo esto sólo puedo alardear de concentración y entusiasmo! para conseguir el resto tendré que seguir entrenando… me apunto mentalmente acudir más veces a la semana a yoga y empezar a pensar en incluir algo de cardio en mi rutina.
Sinceramente, empiezo a encontrarme ante un «problema» que Lluis (un buen amigo) me planteó hace unos meses… ¿qué harás cuando descubras que te gusta hacer muchas cosas? En ello estoy pensando justo ahora… veremos si se me ocurre algo!
Gracias Pilar y Javier por la experiencia! (encontraré el modo de repetir!!!)
Y para todos los que estén interesados los invito a conocer el Club de Esgrima Mediterráneo, la sala es increíble y la atención al alumno también, si están por Valencia y les interesa este deporte no dejen de contactarlos.
Más fotos aqui!
Próxima semana… Double tap!: Circo del Sol + Ramen