M+9: Casino
Status:
Encontrar un casino: check.
Investigar normas y etiqueta: check.
Comprar fichas: Check.
Tipo de experiencia: Peculiar.
Nota mental: quiero aprender a jugar Poker.
Después de merendar (cosa que tenía bastante tiempo sin hacer) me siento con mi ordenador en la cama, apoyada en mi propio cabecero :), lista para contarles cómo fue mi primera noche en el casino.
Confieso que tenía una serie de expectativas creadas a partir de los cientos de episodios de distintas series que se desarrollan en un casino, pasando por James Bond y terminando en el legendario Bellagio. Evidentemente mis expectativas se hicieron polvo bajo el puño de la realidad, descubriéndome el casino como un lugar bastante más (…procesando todas las palabras que me se…) bastante más «casposillo»… pero tampoco es la palabra que busco… Creo que sencillamente me resultó decepcionante.
Yo esperaba un ambiente bastante más festivo (aunque sospecho que fui un poco temprano), pero ni siquiera había un hilo musical, solo el murmullo de la gente en las mesas apostando, cada quién en su liga y bajo su propio estilo.
Según llegamos, entramos a recepción, donde muy amablemente nos pidieron nuestros DNI (documento de identidad), supongo que para mantener un control de quién entra y sale, y comprobar quizás la asiduidad que se pueda llegar a tener. Así pues, una vez identificados (y sospecho que permanentemente fichados) entramos al local.
Lo primero que me falló fue la iluminación: Luz blanca. Con lo cual todo tenía un aspecto un tanto «clínico» que de entrada me dio bastante mal rollo. Pero antes de terminar de formarme un juicio, decidimos dar una vuelta de reconocimiento.
La primera planta eran máquinas, carreras de galgos en la tele, ruletas digitales, mesas de poker, y una terraza para fumadores (plagada también de máquinas)… supongo que la filosofía del local es no desperdiciar ni un segundo el tiempo dinero, de los jugadores.
Luego subimos a la segunda planta eran las ruletas americanas, aún más ruletas digitales y un bar con un aspecto de diseño bastante chulo.
Así que hecha la ronda era momento de apostar algo. Como es lógico (y dado que no sé jugar a otra cosa), me decidí por las ruletas.
Antes de comprar mis modestísimos 20€ en fichas, primero me dediqué a curiosear las mesas… Tratando de no molestar a nadie, parece que los jugadores son algo temperamentales. Y aquí fue dónde llegó mi experiencia de la noche.
En la segunda mesa donde me detuve a mirar, había un señor bastante mayor (estoy convencida de que pisaba los 70) impecablemente vestido, pelo blanco impoluto peinado hacia atrás, y bastante bronceado (sospecho de rayos uva). El caso él estaba jugando cuando llegué, y me sorprendió el número de fichas que había en la mesa.
La primera jugada que hizo mientras estuve mirando salió bien y ganó 690€, que me pareció un respetable botín… (considerando mi condición de mileurista por la vida). Llegó la segunda jugada y perdió todo. Ante lo cual la reacción fue arrojar con total arrogancia y (diría yo) casi total desprecio un billete de 500€ sobre la mesa, que automáticamente se convirtieron en fichas… que una vez apostadas se volvieron a esfumar en un abrir y cerrar de ojos. Absolutamente curiosa cotilla como soy, lo seguí con la vista mientras cambiaba de mesas para repetir exactamente la misma rutina.
Ante la situación, sólo me vino una pregunta a la mente: ¿y si…? ¿y si en vez de quemar el dinero en una mesa, se invirtiera en una causa benéfica? ¿y si se apadrinase un niño/a en el tercer mundo? ¿y si se invirtiera en libros para una biblioteca púbica? ¿y si…?
Sí… se que con este post voy a dejar al descubierto un espíritu hippie-idealista, donde me gustaría pensar que el mundo podemos cambiarlo con pequeños actos. Qué sucedería si de verdad decidiéramos poner al servicio del mundo nuestros talentos: creatividad, ilusión, capacidad económica, entusiasmo, poder… cualquier talento que tengamos. Seguramente cambiaríamos el mundo.
En fin, supongo que si estas cosas me sorprenden y me remueven es porque aún conservo algo de ingenuidad, cosa que tampoco creo que esté del todo mal. A veces tengo la sensación de que pocas cosas pueden llegar a sorprenderme, y después de decir esto pienso: «Vaya! otra muestra de total ingenuidad de mi parte…» jejejeje.
Volviendo a mi mesa y mis apuestas, aposté por el nueve rojo dos veces, el cinco rojo una vez, por los números pertenecientes a la primera docena una vez y me guardé una ficha de recuerdo. Y con estas apuestas damas y caballeros se esfumaron mis 20 flamantes euros! creo que nunca me había gastado el dinero tan rápido… al menos sin obtener algo a cambio.
Aunque ahora que lo pienso… sí que obtuve algo: una ficha de casino y nuevas experiencias.
Mi conclusión esta semana es que paso de volver a los casinos (hasta que vaya a Las Vegas), y que la próxima vez que quiera apostar algo… mejor en casa y con colegas, que seguro le darán mejor uso al dinero que me desplumen. Así que aprenderé a jugar al poker.
Más fotos aqui!
Próxima semana: Clase de Esgrima.